por Juan Gelman
Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una como mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar.
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.
Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.
Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.
Con esta sed quemándome.
La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos.
Te preguntas para qué has de escribir si ante el libro de poemas predilecto todas las palabras nombran lo que tus sueños dibujaron y estas pleno de imágenes ajenas te conmueves con un mínimo sonido el soplo de las cosas persistiendo mientras entras en la tarde y ya es imperativa tu renuncia entonces entiendes que callar es el poema Eleonora Requena
17.4.20
La llave del gas
por Juan Gelman (Buenos Aires, 3/5/1930 - México, D. F., 14/1/2014)
La mujer del poeta está
condenada a leer o a escuchar los
versos del poeta que humean
recién sacados del alma, Y más:
la mujer del poeta
está condenada al poeta, a ése
que nunca sabe dónde
está la llave del gas y finge
que pregunta para saber
cuando sólo le importa preguntar
lo que no tiene respuesta.
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